Esta pandemia me ha ayudado a inyectarle alegría a la vida
“Soy Alejandro Machorro Nieves, tengo 67 años y soy bibliotecario jubilado desde 2012, aunque he continuado en ejercicio profesional independiente hasta el 2018; por tres años dirigí la primera biblioteca sustentable del país. En todo este tiempo he colaborado con la Asociación de Editores de Revistas Biomédicas y la Asociación Mexicana de Bibliotecarios.
Este 2020, a partir de que se decretó la pandemia, he permanecido en casa, algunas salidas ocasionales en marzo y octubre para la compra de víveres en el supermercado, el resto del tiempo salgo a la puerta del edificio en el que vivo para recibir mi despensa.
El inicio de este periodo de encierro fue muy difícil hasta que, a través de Internet y redes sociales, fui encontrando cosas que aprender y hacer a favor mío y para mis amistades. Sí, la Internet y las redes me han permitido establecer contacto con amistades y familia, organizar diferentes actividades, como las que les relato ahora.
Primero platicar mis historias, contar a mis amigos y familiares que estaba bien, aunque con muchas ganas de salir, lo cual se explica porque desde muy joven (14 años) me escapaba de la casa de mi madre para recorrer, el entonces Distrito Federal, a pie. O cuando me tocó ir a la secundaria, me escapaba de clases para ir al cine; para sentarme con un amigo en cualquier banqueta a tocar la guitarra y cantar mal, mi amigo ahora ya es músico profesional radicado en Francia.
Con un grupo de amigos hemos establecido el “Blablatorio,” una reunión en videoconferencia en la que, cuando detectamos a otras amistades con problemas de depresión y tristeza, conversamos, se trata de “hablar de todo y de nada” al principio diariamente de 5 a 7 de la tarde, ahora por las diferentes ocupaciones de todos, lo hacemos una vez a la semana, para mantenernos en comunicación y contarnos alegrías y tristezas, con lo que mantenemos un buen estado ánimo entre los que conformamos este grupo.
Una segunda actividad, originada por mi papel de “entrenador” de un grupo de jóvenes jugadores de futbol americano (tochito) y otros no tan jóvenes, fue una serie de videos con los que mostré algunas series de ejercicios de calentamiento y ejercicios con “pesas” que podían ser sustituidas por botellas de agua de un litro o litro y medio, no con el fin de tener grandes musculaturas, sino, mantenernos en buen estado de salud, musculaturas flexibles y en movimiento, pese al encierro.
Además de estas actividades grupales, tengo mis entretenimientos personales y cotidianos como la lectura; tengo muchos libros, no nuevos, pero que me han gustado toda la vida; me gusta ver series y películas; escuchar música me apasiona, tengo una colección de discos compactos que fui adquiriendo a lo largo de los años, música de todos los géneros y países, colección que se formó de igual manera que las películas.
Y no puedo dejar de mencionar mi disposición en ayudar a bibliotecarios a capacitarse para mejorar el servicio a sus comunidades, principalmente a aquellos que trabajan en bibliotecas rurales y públicas, así que, cuando me lo piden, estoy dispuesto a apoyar con tiempo, ideas y trabajo.
En mi juventud fui Scout y estuve en el Pentatlón Deportivo Militarizado, en esas instituciones aprendí que lo mejor que podía hacer era cuidar a mi familia y a mi comunidad, como dice el lema scout “Siempre listo para servir”, ingresé a ambas para aprender y espero haber salido para servir. Hace una semana me enteré de que el Instituto Nacional de Nutrición solicitaba voluntarios para la tercera etapa del protocolo de prueba para una de las vacunas contra el COVID-19, así que, ingresé mi solicitud como voluntario, hoy estoy en espera de una respuesta de Instituto aceptándome.
Mi madre decía: “viejos los cerros y reverdecen”, así que yo me pregunto: ¿Quién es viejo? El que busca actividades, aprender cosas nuevas y servir a su comunidad o el que se queda inmóvil…
Un abrazo virtual y ánimo jóvenes, ¡aún tenemos mucho por hacer! “.